Jamás
una ofensa personal puede detenerme en el camino de búsqueda del reino de Dios.
Cuando se avanza por esa ruta del amor y el perdón las ofensas que aparecen deben ser vistas, ni más
ni menos, como oportunas estaciones para repostar combustible en un viaje largo
por una carretera desconocida.
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2 comentarios:
Rafa. Esto es sumamente difícil, porque el perdón es don de Dios. Pero aspirar a eso, y pedirlo con humildad, sobre todo en el momento en que se nos está ofendiendo es un ideal de gran valor. Que el Señor nos lo conceda a ambos, aunque tengamos que pasar un proceso sanador purificador que nos tumbe del caballito como a Pablito...
Confiemos en que Él va a tumbar el caballito.
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