Gracias, Padre, por enseñarme que la voz del silencio es tierna, amorosa, delicada, limpia, agradable, apacible, sublime, divina, eterna. Sale de lo insondable de nuestro ser o penetra hasta allá sin que se enteren los oídos. El mejor diálogo con Jesús es mediante la voz del silencio.
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