Padre, ¿por qué Tú has permitido que la mayoría de las personas que vivimos en las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas nos hayamos convertido en máquinas teledirigidas para consumir? A tal punto hemos sido manipulados que si no disponemos para satisfacer la compulsión de compra que hemos desarrollado nos sentimos miserables. Obviamente, cuando así nos ocurre se puede dar por seguro que hemos bloqueado por completo la presencia tuya en nosotros. En nombre de Jesús, rompe el encantamiento que ejercen en nosotros los manipuladores.
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