Sé que son inevitables los ruidos en mi mente, pero
por tu misericordia puedo bajarles los decibeles a nivel que no me molesten y,
mucho más importante, evitar su retransmisión. Gracias en el nombre de Jesús,
Padre.
viernes, 8 de mayo de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario