Estoy consciente de que “soy un soplo que pasa y no
vuelve” y sé que Tú, Padre, recuerdas que yo soy carne, y te apiadas de mí.
Conozco que siempre acudiste a tu pueblo en los momentos de mayores dificultades
para salvarlo. Hoy estoy en dificultad, así que tu misericordia la tengo asegurada.
Gracias en el nombre de Jesús.
martes, 9 de diciembre de 2014
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